Río de Janeiro ha sido escenario de un operativo policial sin precedentes, que ha dejado un saldo trágico de al menos 64 muertos y 81 detenidos. Este megaoperativo, que movilizó a aproximadamente 2.500 agentes, se llevó a cabo en las favelas de Alemão y Penha, zonas conocidas por su alta violencia y pobreza. El objetivo principal de esta acción era desmantelar al Comando Vermelho, una de las organizaciones criminales más poderosas de Brasil, que ha estado operando en el país desde la década de 1970.
La operación se inició en la madrugada del martes y se considera la más letal en la historia de la ciudad. Las autoridades policiales informaron que, entre los fallecidos, se encontraban 60 presuntos criminales y cuatro agentes de seguridad. Además, al menos ocho agentes y tres civiles resultaron heridos durante los enfrentamientos. En el transcurso de la operación, se confiscaron 93 fusiles de asalto y una cantidad significativa de drogas, lo que subraya la magnitud del narcotráfico en la región.
### Contexto del Comando Vermelho
El Comando Vermelho, que se traduce como Comando Rojo, es una de las facciones criminales más antiguas y temidas de Brasil. Su origen se remonta a la década de 1970, cuando se formó en una prisión de Ilha Grande durante la dictadura militar. Inicialmente, el grupo surgió como una milicia de autodefensa, compuesta por presos comunes y guerrilleros de izquierda, que buscaban protegerse de la brutalidad del sistema penitenciario. Sin embargo, con el tiempo, esta organización evolucionó hacia una estructura criminal más organizada, involucrándose en el tráfico de drogas y otras actividades delictivas.
A lo largo de los años, el Comando Vermelho ha expandido su influencia en el tráfico de cocaína, controlando gran parte del comercio en Río de Janeiro y extendiéndose a otras regiones del país. Además del narcotráfico, la facción se dedica a actividades como la extorsión, el secuestro y el robo de camiones blindados, lo que la convierte en un actor clave en el crimen organizado brasileño.
### Reacciones y Consecuencias del Operativo
El operativo ha generado un intenso debate sobre la estrategia de seguridad en Brasil. Durante una rueda de prensa, el gobernador del estado de Río, Cláudio Castro, expresó que la ciudad estuvo «completamente sola en esta guerra» y sugirió que debería haber una mayor colaboración con las fuerzas federales. Esta declaración ha llevado a un intercambio de acusaciones entre las autoridades estatales y el gobierno federal. El ministro de Justicia, Ricardo Lewandowski, respondió que no se había recibido ninguna solicitud formal para la operación y que la responsabilidad de la seguridad recae en los gobernadores.
La violencia del operativo ha tenido un impacto significativo en la vida cotidiana de los residentes de Río de Janeiro. Se reportaron bloqueos en varias vías principales de la ciudad, lo que provocó caos en el transporte público y la suspensión de clases en universidades y escuelas. Aproximadamente 200.000 personas se vieron afectadas por el cierre de servicios de salud y el desvío de líneas de autobuses, lo que complicó aún más la situación en la ciudad.
La situación se torna aún más delicada, ya que este operativo se lleva a cabo a solo una semana de la visita del príncipe Guillermo de Inglaterra, quien participará en la entrega del premio Earthshot y en un foro de líderes locales, eventos que preceden a la cumbre climática de la ONU (COP30) que se celebrará en Belém. La comunidad internacional observa con atención cómo Brasil maneja la violencia y el crimen organizado, especialmente en un momento en que el país busca proyectar una imagen positiva en el ámbito global.
La historia del Comando Vermelho y su evolución desde una milicia de autodefensa hasta convertirse en un imperio del crimen organizado refleja las complejidades del sistema penitenciario y la lucha contra el narcotráfico en Brasil. A medida que las autoridades continúan su lucha contra el crimen, la pregunta persiste: ¿cuál es el camino a seguir para abordar de manera efectiva la violencia y la inseguridad en el país? La respuesta a esta pregunta es crucial no solo para la seguridad de los ciudadanos, sino también para el futuro de Brasil en el contexto internacional.
