La ciudad de Málaga ha experimentado un notable cambio en su clima, especialmente durante los meses de verano. Las temperaturas nocturnas han alcanzado niveles que se asemejan a los de regiones tropicales, lo que ha llevado a la comunidad científica a alertar sobre las implicaciones de este fenómeno. En este artículo, exploraremos cómo las temperaturas mínimas han ido en aumento y qué factores están contribuyendo a esta transformación climática.
**Temperaturas Nocturnas en Aumento**
Durante los meses de julio y agosto, Málaga ha registrado un incremento significativo en las temperaturas mínimas nocturnas. Según los datos del Centro Meteorológico de Málaga, las noches tropicales, definidas como aquellas en las que la temperatura no baja de 20 grados, se han vuelto casi la norma. Este verano, solo en dos ocasiones se registraron mínimas por debajo de este umbral, lo que indica un cambio drástico en el clima de la región.
Además, se han contabilizado cinco noches consideradas «ecuatoriales o tórridas», donde las temperaturas no descendieron de los 25 grados. Este fenómeno no es aislado, ya que el director del Centro Meteorológico de Málaga, Jesús Riesco, ha confirmado que las mínimas en verano ya no bajan de los 20 grados, lo que refleja un alejamiento del tradicional clima mediterráneo hacia condiciones más cálidas y húmedas, similares a las de Centroamérica.
La temperatura del agua del mar juega un papel crucial en este aumento de las mínimas nocturnas. Con un mar que ha estado inusualmente caliente, las temperaturas en la costa no solo afectan a las noches en la playa, sino que también tienen un impacto en el interior de la provincia, donde las mínimas no han bajado de los 20 grados en muchas localidades. Este fenómeno se ha observado en el Valle del Guadalquivir, donde las temperaturas nocturnas también han aumentado.
**Impacto del Cambio Climático en la Salud y el Medio Ambiente**
El aumento de las temperaturas nocturnas no solo tiene implicaciones climáticas, sino que también plantea serios riesgos para la salud pública. Enrique Salvo, director de la Cátedra de Cambio Climático de la Universidad de Málaga, ha señalado que el incremento de las temperaturas mínimas conlleva un sobrecoste energético significativo, ya que el consumo de electricidad para la refrigeración aumenta.
Además, el calor extremo puede provocar lo que se conoce como «fatiga biológica», afectando tanto a seres humanos como a la flora y fauna locales. Este fenómeno ha llevado a un aumento en la mortalidad, especialmente entre ancianos y personas con condiciones de salud preexistentes. La falta de un refresco nocturno, que solía ser habitual en la región, ha contribuido a un desgaste generalizado en los organismos vivos.
La situación se agrava con el calentamiento del suelo, que no logra enfriarse durante la noche como solía hacerlo. Este año, la falta de episodios de taró, que normalmente ayudan a refrescar el ambiente, ha llevado a condiciones de noches tropicales que son perjudiciales para la salud. La falta de descanso adecuado debido al calor extremo puede tener efectos secundarios, como el aumento de enfermedades respiratorias relacionadas con el uso excesivo de aires acondicionados.
José Luis Escudero, un divulgador meteorológico, ha compartido su experiencia personal sobre cómo las temperaturas nocturnas han cambiado en Málaga en las últimas décadas. Recordando su infancia, menciona que solía llevar una chaqueta al cine de verano, ya que las noches eran frescas. Sin embargo, hoy en día, las temperaturas mínimas han aumentado considerablemente, reflejando un cambio en el clima urbano debido al efecto de la «isla de calor» y al calentamiento del agua del mar.
Este verano ha sido el más caluroso registrado en la provincia desde que se comenzaron a llevar registros en 1961, con una media de 26,6 grados, dos grados por encima del promedio histórico. Este aumento en las temperaturas ha llevado a clasificar la estación estival como «extraordinariamente cálida», y se ha observado que los veranos más calurosos han ocurrido en las últimas décadas, lo que sugiere una aceleración del calentamiento global.
La situación en Málaga es un claro ejemplo de cómo el cambio climático está afectando a las regiones mediterráneas, transformando su clima y planteando desafíos significativos para la salud pública, la economía y el medio ambiente. A medida que las temperaturas continúan en aumento, es crucial que se tomen medidas para mitigar estos efectos y adaptarse a la nueva realidad climática que enfrenta la ciudad.