Las piscinas públicas son un refugio popular durante los meses de calor, ofreciendo un alivio refrescante para quienes no tienen acceso a una piscina privada. Sin embargo, la comodidad de zambullirse en estas aguas puede venir acompañada de riesgos para la salud que muchos bañistas desconocen. A pesar de que el cloro se utiliza comúnmente para desinfectar el agua, no es infalible y puede no ser suficiente para eliminar ciertos patógenos peligrosos. En este artículo, exploraremos los riesgos asociados con las piscinas públicas y cómo los bañistas pueden proteger su salud.
### Infecciones Comunes en Piscinas Públicas
Uno de los principales peligros que acechan a los usuarios de piscinas públicas es la posibilidad de contraer infecciones. Un estudio realizado en Inglaterra y Gales reveló que las piscinas son uno de los lugares más comunes para la propagación de enfermedades infecciosas. El culpable más notorio es el parásito Cryptosporidium, que es resistente al cloro y puede causar infecciones gastrointestinales severas. Esta infección puede manifestarse con síntomas como diarrea, vómitos y dolor abdominal, y puede durar hasta dos semanas. En personas con sistemas inmunitarios comprometidos, como niños y ancianos, los efectos pueden ser aún más graves.
La transmisión de Cryptosporidium generalmente ocurre cuando una persona infectada sufre un «accidente fecal» en la piscina, o cuando otros bañistas ingieren agua contaminada. Un estudio en Ohio encontró que, durante una hora de baño, los adultos ingieren un promedio de 21 mililitros de agua de piscina, mientras que los niños pueden tragar hasta 49 mililitros. En este mismo estudio, se detectó la presencia de Cryptosporidium en el 20% de las muestras de agua de varias piscinas públicas.
Además de Cryptosporidium, existen otros patógenos que pueden encontrarse en el agua de las piscinas. Bacterias como Staphylococcus pueden causar infecciones cutáneas, mientras que la otitis externa, que se produce cuando el agua queda atrapada en el canal auditivo, es otro problema común. Aunque no es contagiosa, puede ser muy incómoda. También se han documentado infecciones más raras pero graves, como las causadas por Acanthamoeba, que pueden provocar infecciones oculares severas, e incluso ceguera. Otra preocupación es la legionela, que puede inhalarse en forma de aerosoles y causar neumonía.
### El Mito del Olor a Cloro
Un aspecto interesante relacionado con la higiene de las piscinas es el olor a cloro que muchos bañistas asocian con la limpieza. Sin embargo, este olor no proviene del cloro en sí, sino de la reacción del cloro con otras sustancias, especialmente el amoníaco, que se encuentra en la orina y el sudor de los bañistas. Esta reacción produce cloraminas, que son responsables del característico olor y pueden ser irritantes para los ojos y las vías respiratorias. Investigadores han sugerido que la exposición continua a las cloraminas, como es el caso de los socorristas y profesores de natación, podría aumentar el riesgo de desarrollar asma.
El Cryptosporidium es particularmente resistente al cloro, lo que significa que puede sobrevivir en el agua tratada durante más de una semana. Esto se debe a que el parásito tiene esporas que actúan como un escudo, protegiéndolo de los desinfectantes convencionales. Por lo tanto, aunque el cloro es efectivo para eliminar muchos patógenos, no es una solución completa para todos los riesgos asociados con las piscinas públicas.
### Estrategias para Minimizar Riesgos
Para disfrutar de una experiencia más segura en las piscinas públicas, los bañistas pueden tomar varias precauciones. Una de las recomendaciones más importantes es evitar tragar agua de la piscina, ya que muchos patógenos que causan enfermedades gastrointestinales se transmiten a través de la ingestión de agua contaminada. Además, es crucial que los bañistas informen a los operadores de la piscina sobre cualquier incidente de contaminación, como un accidente fecal, y que abandonen la piscina inmediatamente si ocurre un evento de este tipo.
También es recomendable que los bañistas se duchen antes de entrar a la piscina para eliminar cualquier residuo de sudor, productos de higiene personal o contaminantes que puedan estar en su piel. Esto no solo ayuda a mantener el agua más limpia, sino que también reduce la carga de desinfectantes necesarios para mantener la calidad del agua.
Finalmente, es importante que los usuarios de piscinas públicas sean conscientes de su salud y la de los demás. Si alguien presenta síntomas de enfermedad, como diarrea o fiebre, es mejor evitar el uso de la piscina hasta que se recupere completamente. Al seguir estas pautas, los bañistas pueden disfrutar de un día de diversión en el agua mientras minimizan los riesgos para su salud.