La temporada de incendios en España se ha convertido en un tema recurrente cada verano, con un aumento en la frecuencia y severidad de los fuegos que arrasan áreas rurales y amenazan comunidades urbanas. Este fenómeno no solo pone en riesgo la vida de las personas y la fauna, sino que también causa daños irreparables al medio ambiente y a la economía local. En este contexto, la Unidad Militar de Emergencias (UME) juega un papel crucial en la lucha contra estos desastres, desplegando efectivos y recursos en diversas regiones del país.
La situación actual de los incendios en España es alarmante. En las últimas semanas, se han reportado múltiples focos de incendio en comunidades como Galicia, Castilla y León, y Castilla-La Mancha. Las condiciones climáticas, caracterizadas por altas temperaturas, vientos fuertes y baja humedad, crean un ambiente propicio para la propagación del fuego. Antonio Diosdado, cabo primero de la UME, ha compartido su experiencia en la primera línea de combate contra el fuego, destacando la importancia de la preparación y la estrategia en la extinción de incendios.
### La Estrategia de Combate: Recursos y Tácticas de la UME
La UME, compuesta por más de mil efectivos, se encuentra en constante alerta durante la temporada de incendios. Su enfoque se basa en la colaboración con las comunidades autónomas, que son las encargadas de solicitar su intervención. En el caso de los incendios en Zamora, donde Diosdado y su equipo están actualmente desplegados, la UME utiliza una combinación de vehículos de extinción, herramientas manuales y apoyo aéreo para combatir las llamas.
Los vehículos de extinción son fundamentales en esta batalla. Las autobombas, que pueden transportar hasta 3,500 litros de agua, son esenciales para atacar el fuego directamente. Además, los vehículos nodriza, que pueden llevar hasta 11,000 litros, permiten reabastecer a las autobombas en el campo de batalla. La UME también cuenta con medios aéreos, como helicópteros y aviones, que realizan tareas de reconocimiento y lanzamiento de agua sobre los focos de incendio.
Diosdado explica que cada incendio es único y que la estrategia de combate debe adaptarse a las condiciones específicas del terreno y del clima. Factores como la orografía, la velocidad del viento y la humedad son determinantes en la evolución del fuego. La llamada «regla del 30» es un concepto clave en este contexto: cuando el viento supera los 30 km/h, la temperatura es superior a 30 grados y la humedad es inferior al 30%, las condiciones son extremadamente peligrosas para la propagación del fuego.
### La Realidad en el Terreno: Desafíos y Experiencias
La experiencia de los efectivos de la UME en el terreno es intensa y desafiante. Diosdado describe cómo, al enfrentarse a un incendio, la única prioridad es el control de las llamas y la protección de las vidas humanas. «Se siente todo, pero no piensas en nada más que en eso», afirma. La adrenalina y el enfoque en la misión son fundamentales para mantener la calma y la eficacia en situaciones de alta presión.
La interacción con la población civil también es un aspecto importante del trabajo de la UME. Los vecinos suelen acercarse para ofrecer apoyo y preguntar sobre la situación. Esta conexión con la comunidad es vital, ya que no solo proporciona ánimo a los efectivos, sino que también ayuda a mantener informada a la población sobre el avance de los incendios y las medidas de seguridad que deben seguir.
Sin embargo, la lucha contra los incendios no se limita a la extinción de llamas. La prevención es igualmente crucial. Un informe de la Unión Europea ha revelado que España gasta significativamente menos en la prevención de incendios en comparación con otros países como Grecia y Portugal. Esta falta de inversión en medidas preventivas puede contribuir a la gravedad de los incendios y a la dificultad en su control.
La UME, junto con otras organizaciones y cuerpos de emergencia, trabaja no solo en la extinción de incendios, sino también en la educación y concienciación sobre la importancia de la prevención. Esto incluye la promoción de prácticas sostenibles en la gestión del bosque y la sensibilización sobre los riesgos de los incendios provocados.
La detención de pirómanos, como el reciente caso de un bombero forestal que provocó un incendio para ser contratado, subraya la necesidad de una vigilancia constante y de medidas legales más severas para disuadir este tipo de delitos. Las penas por provocar incendios intencionados pueden llegar hasta 20 años de cárcel, lo que refleja la gravedad de este problema.
En resumen, la lucha contra los incendios en España es un esfuerzo complejo que involucra a múltiples actores, desde la UME hasta las comunidades locales. La combinación de recursos, estrategias de combate y la colaboración con la población civil son esenciales para enfrentar este desafío. A medida que el cambio climático continúa afectando las condiciones ambientales, la necesidad de una respuesta coordinada y efectiva se vuelve cada vez más urgente.