La situación actual de la cooperación científica entre España e Israel ha suscitado un intenso debate en la comunidad académica. A pesar de la grave crisis humanitaria en Gaza y las acusaciones de crímenes de guerra contra el gobierno israelí, el Ministerio de Ciencia e Innovación de España ha mantenido sus acuerdos de colaboración con Israel. Esta decisión contrasta notablemente con la rápida suspensión de relaciones con Rusia tras la invasión de Ucrania en 2022, lo que ha llevado a muchos a cuestionar la coherencia y la ética de la política exterior española en materia de derechos humanos.
La comunidad científica, a través de iniciativas como la campaña impulsada por CSIC x Palestina en Change.org, ha comenzado a alzar la voz en contra de esta aparente doble moral. En un manifiesto que ha recogido miles de firmas, los investigadores exigen que se adopten medidas similares a las que se implementaron contra Rusia, argumentando que la cooperación científica debe estar alineada con el respeto a los derechos humanos y el derecho internacional. Este movimiento ha ganado fuerza en un contexto donde la violencia en Gaza ha dejado un saldo devastador de víctimas y destrucción.
### La Respuesta del Ministerio de Ciencia y el CSIC
El silencio del Ministerio de Ciencia y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha sido notable. Mientras que en el caso de Rusia la respuesta fue inmediata y contundente, la inacción frente a la situación en Gaza ha generado frustración y descontento entre los científicos españoles. La falta de un posicionamiento claro por parte del CSIC ha llevado a muchos a cuestionar la integridad de sus principios y su compromiso con la ética en la investigación.
Investigadores de diversas disciplinas han expresado su preocupación por la falta de acción. En declaraciones recientes, algunos han señalado que el CSIC ha permanecido inactivo a pesar de las evidencias de crímenes de guerra en Gaza. La comunidad científica ha instado al gobierno a revisar y, si es necesario, suspender los acuerdos de colaboración con instituciones israelíes que no demuestren un compromiso firme con el derecho internacional humanitario.
La discrepancia en la respuesta del gobierno español ante las crisis en Ucrania y Gaza ha llevado a muchos a preguntarse si existe un sesgo en la política exterior española. Algunos investigadores han señalado que la relación de España con Israel, que incluye vínculos comerciales y militares, podría estar influyendo en la decisión de mantener la colaboración científica, a pesar de las violaciones de derechos humanos documentadas.
### La Perspectiva de la Comunidad Científica
Dentro de la comunidad científica, las opiniones están divididas. Mientras que muchos investigadores abogan por un boicot académico a Israel, argumentando que las instituciones israelíes son cómplices de la ocupación y la violencia, otros sostienen que el boicot no es la solución adecuada. Este último grupo argumenta que el boicot a las universidades afecta a la sociedad en su conjunto y no solo a los gobiernos.
Investigadores como Lucas Oro Hershtein han expresado su desacuerdo con el boicot, sugiriendo que la solución al conflicto debe buscarse a través del diálogo y la cooperación, en lugar de la confrontación. Por otro lado, otros académicos, como José Cristóbal Carvajal, apoyan la idea de suspender las relaciones institucionales hasta que se produzcan cambios significativos en la política israelí.
El movimiento BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones) ha ganado terreno en este debate, promoviendo un enfoque que busca presionar a las instituciones israelíes para que respeten los derechos humanos. Sin embargo, la implementación de un boicot académico plantea desafíos éticos y prácticos, ya que muchos investigadores temen que se castigue a aquellos que no están directamente involucrados en las decisiones políticas de su gobierno.
La situación actual refleja un dilema moral y ético en el que la comunidad científica se encuentra atrapada. La presión para actuar frente a las violaciones de derechos humanos se enfrenta a la necesidad de mantener la integridad de la investigación y la colaboración internacional. A medida que la crisis en Gaza continúa, la comunidad académica española se enfrenta a la difícil tarea de encontrar un equilibrio entre la ética y la ciencia, mientras se cuestiona la política exterior de su propio gobierno.
