La reciente detención de Lorenzo M. L., un reconocido entrenador de kárate y exseleccionador nacional, ha sacudido a la comunidad de Torremolinos y al ámbito deportivo en general. Este caso ha revelado un entramado de abusos sexuales a menores que, según las investigaciones, se extendió durante años. La gravedad de las acusaciones ha llevado a la Real Federación Española de Kárate a cesar a Lorenzo de su cargo, mientras que la Policía Nacional investiga a fondo las denuncias de sus víctimas.
### Estrategias de manipulación y control
Lorenzo M. L. no solo era un entrenador respetado, sino que también se había ganado la confianza de las familias de sus alumnos. Según las fuentes cercanas al caso, el sospechoso utilizó su posición de poder para manipular emocionalmente a sus víctimas. A través de regalos, tratos de favor y la promesa de un futuro brillante en el deporte, logró establecer un vínculo de confianza que le permitió llevar a cabo sus abusos sin levantar sospechas.
Uno de los métodos más inquietantes que utilizó fue la concesión de becas en un prestigioso colegio privado de Málaga, del cual era socio. Esta estrategia no solo aseguraba el silencio de sus víctimas, sino que también le permitía presentarse como un benefactor ante las familias, reforzando su imagen de persona preocupada por el bienestar de sus alumnos. Las víctimas, que ahora tienen entre 20 y 25 años, relataron que sufrieron abusos desde los siete hasta los 15 años, lo que pone de manifiesto la larga duración de este patrón de comportamiento.
La denuncia de los abusos comenzó cuando uno de los jóvenes, en una sesión de terapia, decidió hablar sobre su experiencia. Este acto de valentía llevó a otros a romper su silencio, revelando que también habían sido víctimas de Lorenzo. La denuncia conjunta fue presentada a la Policía Nacional, lo que resultó en la detención del entrenador el 29 de agosto, seguido de su ingreso en prisión sin fianza.
### Un perfil de respeto y reconocimiento
Lorenzo M. L. había construido una carrera notable en el mundo del kárate. Desde que comenzó a impartir clases en 1979, se convirtió en un referente en el deporte, formando a numerosos deportistas de élite. Además, fue el fundador del Club Goju Ryu en Torremolinos, el cual es considerado uno de los más veteranos y galardonados de Andalucía. Su influencia se extendía más allá de la comunidad local, ya que también ocupó un puesto en el Patronato de Deportes del municipio y recibió la medalla de la ciudad en 2021 por su mérito deportivo.
Sin embargo, detrás de esta fachada de éxito y respeto, se escondía un comportamiento depredador. Los investigadores han señalado que Lorenzo se aprovechaba de la confianza que había cultivado en las familias de sus alumnos. Utilizaba su posición para llevar a los menores a competiciones, donde se ofrecía a cuidar de ellos, lo que le permitía estar a solas con sus víctimas en situaciones vulnerables. Las agresiones, según los relatos, ocurrían en hoteles durante las competiciones y en las instalaciones de entrenamiento, especialmente cuando los niños se aseaban después de las sesiones.
Este caso ha puesto de relieve la importancia de la vigilancia y la protección de los menores en entornos deportivos. La manipulación emocional y la confianza mal utilizada son tácticas que pueden ser devastadoras para las víctimas, quienes a menudo se sienten atrapadas y sin voz. La comunidad de Torremolinos y el mundo del kárate deben reflexionar sobre cómo prevenir que situaciones como esta se repitan en el futuro.
A medida que avanza la investigación, las autoridades no descartan que puedan aparecer más víctimas. La posibilidad de que otros jóvenes hayan sufrido abusos a manos de Lorenzo M. L. es alarmante y subraya la necesidad de crear espacios seguros para los menores en todas las disciplinas deportivas. La denuncia de estos casos es fundamental para romper el ciclo de abuso y garantizar que los perpetradores enfrenten las consecuencias de sus acciones.
El caso de Lorenzo M. L. es un recordatorio escalofriante de que, a veces, quienes parecen ser los más respetados pueden ocultar los secretos más oscuros. La valentía de las víctimas al hablar y buscar justicia es un paso crucial para sanar y prevenir futuros abusos en el ámbito deportivo y más allá.