La preocupación por la okupación de viviendas ha crecido en los últimos años, alimentada por una narrativa mediática que ha distorsionado la realidad. En 2024, el Ministerio del Interior reportó 16,400 denuncias por okupación, lo que representa solo el 0.057% del total de viviendas en España. Sin embargo, la percepción pública es radicalmente diferente: más del 51% de la población cree que las okupaciones afectan a la mitad del país. Esta discrepancia entre la realidad y la percepción ha creado un caldo de cultivo para el miedo, que a su vez ha dado lugar a un floreciente mercado de alarmas y seguros antiokupas.
### La Realidad Detrás del Miedo
La narrativa del «okupa» ha sido utilizada para desviar la atención de problemas más profundos en el mercado de la vivienda. Jaime Palomera, doctor en antropología económica, señala que el 95% de las okupaciones no involucran viviendas habitadas, sino que se refieren a inmuebles vacíos, muchos de ellos propiedad de bancos o grandes propietarios. Esta distorsión ha permitido que se perpetúe un miedo que no se corresponde con la realidad.
La historia típica que se cuenta es la de una familia que regresa de vacaciones solo para encontrar su hogar ocupado. Sin embargo, la ley establece que si alguien entra en una vivienda que no está abandonada, se trata de un allanamiento, un delito que la policía puede perseguir. A pesar de esto, el miedo a la okupación ha sido explotado por diversas industrias, desde las inmobiliarias hasta las empresas de seguridad, que han encontrado en esta narrativa una oportunidad para aumentar sus ganancias.
### El Negocio del Miedo
El mercado de la seguridad ha crecido exponencialmente en respuesta a la percepción de inseguridad. Según datos del Observatorio Securitas Direct, el 93% de los españoles está preocupado por la protección de su hogar, y un 84% ha instalado alguna medida de seguridad. En total, se estima que hay cerca de 3 millones de sistemas de alarma en el país, lo que coloca a España entre los países europeos con mayor proporción de alarmas por habitante, a pesar de tener una de las tasas de criminalidad más bajas.
Las empresas de seguros también han capitalizado este miedo. Más del 70% de las pólizas de hogar ahora incluyen cobertura contra okupas, lo que ha permitido a estas compañías reportar un crecimiento significativo en sus ingresos. Por ejemplo, Línea Directa reportó un aumento del 72.2% en sus ganancias durante el primer semestre de 2025. Este crecimiento se ha visto impulsado por la proliferación de empresas como Desokupa, que operan en un entorno donde el miedo a la okupación se ha convertido en una herramienta de marketing eficaz.
Las inmobiliarias no se quedan atrás. Nuevos modelos de negocio, como el sistema de Alquiler Seguro y el método «tranquiler», prometen arrendamientos sin riesgos, pero a menudo a costa de los derechos de los inquilinos. Estas prácticas han sido objeto de críticas y sanciones por parte de las autoridades, que han comenzado a tomar medidas contra las prácticas abusivas en el sector inmobiliario.
### La Manipulación de la Percepción Pública
La narrativa del miedo a la okupación no solo afecta a los propietarios, sino que también tiene un impacto significativo en el debate público sobre la vivienda. Al centrar la atención en el miedo a perder propiedades, se desactiva el debate sobre problemas más urgentes, como los precios de alquiler, los desahucios y la gentrificación. Esto crea un ambiente en el que las políticas que podrían beneficiar a los inquilinos son vistas como amenazas a los propietarios, perpetuando así un ciclo de miedo y desinformación.
Investigaciones recientes han demostrado que solo un 9% de los particulares en España recibe ingresos por alquiler, y de este grupo, solo un 3% obtiene rentas altas. En contraste, el porcentaje de la población que vive en régimen de alquiler está aumentando, alcanzando casi el 25% del total. Esta creciente desigualdad en el acceso a la vivienda ha llevado a un aumento en las protestas y demandas de cambios en la política de vivienda.
La percepción de que los propietarios son vulnerables y que los inquilinos son una amenaza ha sido alimentada por un discurso que criminaliza la pobreza. Esto se ve reflejado en iniciativas como el programa ReViva del Ayuntamiento de Madrid, que utiliza el término «inquiokupación» para describir situaciones complejas de manera simplista y alarmista. Los expertos advierten que este tipo de lenguaje no solo es engañoso, sino que también contribuye a un clima de miedo que beneficia a quienes lucran con la tensión social.
### Un Cambio Necesario en el Discurso
La lucha por una vivienda digna y asequible está en marcha, y cada vez más personas están dispuestas a cuestionar la narrativa del miedo. Un reciente barómetro indica que el 65% de la población apoya limitar el número de propiedades en manos de una sola persona, y muchos abogan por medidas que penalicen la especulación y protejan a los inquilinos. Este cambio en la percepción pública es crucial para abordar la crisis de la vivienda en España y para desmantelar el miedo que ha sido utilizado como herramienta de control social.
La necesidad de un debate más informado y menos emocional sobre la vivienda es evidente. En lugar de centrarse en el miedo a la okupación, es fundamental abordar las condiciones que han llevado a la crisis de la vivienda, incluyendo la falta de protección para los inquilinos y la especulación en el mercado inmobiliario. Solo así se podrá avanzar hacia un modelo de vivienda más justo y equitativo para todos.