El fentanilo, un opiáceo sintético, ha emergido como una de las principales amenazas en la salud pública de América del Norte. Esta droga, que es 50 veces más potente que la heroína y 100 veces más que la morfina, ha generado un alarmante aumento en las muertes por sobredosis, especialmente en Estados Unidos y México. La situación ha llevado a un intenso debate político, donde figuras como Donald Trump han presionado a líderes mexicanos, como Claudia Sheinbaum, para que tomen medidas más drásticas contra el tráfico de esta sustancia.
### La Epidemia del Fentanilo en Estados Unidos
Desde su introducción en la década de 1960 como anestésico, el fentanilo ha sido utilizado en entornos médicos, pero su uso recreativo ha desencadenado una crisis de salud pública. Según la Administración de Control de Drogas (DEA), las muertes por sobredosis asociadas al fentanilo han aumentado de manera alarmante. En 2012, aproximadamente 2,600 personas murieron en Estados Unidos debido a sobredosis relacionadas con este opiáceo. Sin embargo, para 2021, esa cifra se disparó a 71,000 muertes, lo que representa un incremento significativo en solo una década.
La DEA ha reportado que en 2024 se incautaron más de 60 millones de pastillas de fentanilo, lo que equivale a más de 380 millones de dosis letales. Este aumento en la disponibilidad de fentanilo ha llevado a que muchas drogas se mezclen con él, aumentando el riesgo de sobredosis. Un testimonio de un paciente en rehabilitación revela la gravedad del problema: «La droga no es la misma que antes, todo tipo de drogas contienen fentanilo, las mezclan para hacerlas más adictivas». Esta mezcla ha contribuido a que cinco de cada diez pastillas analizadas contengan dosis letales de fentanilo, exponiendo a los consumidores a un riesgo mortal.
### La Respuesta Política y Social
La presión política en torno al fentanilo ha aumentado, especialmente con la retórica de figuras como Donald Trump, quien ha instado a la incursión militar estadounidense en México para combatir a los cárteles de la droga. Trump ha amenazado con imponer aranceles si no se toman medidas más efectivas para frenar el tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos. Sin embargo, esta perspectiva ignora las raíces más profundas del problema, que incluyen el abuso de medicamentos recetados y la falta de acceso a tratamientos adecuados para la adicción.
En México, el panorama es diferente. Entre 2013 y 2022, se reportaron 114 muertes relacionadas con el uso de opioides, una cifra considerablemente menor en comparación con Estados Unidos. A pesar de esto, el país ha visto un aumento en las incautaciones de fentanilo, aunque las cifras son aún inferiores a las de su vecino del norte. En 2022, se decomisaron más de 2,000 kilos de fentanilo, pero esta cifra disminuyó a 1,848 kilos en 2023. La diferencia en las cifras de muertes y consumo entre ambos países resalta la complejidad del problema y la necesidad de un enfoque más matizado.
El abuso de opiáceos en Estados Unidos tiene sus raíces en la década de 1990, cuando las farmacéuticas, como Purdue Pharma, promovieron el uso de analgésicos opioides sin advertir adecuadamente sobre su potencial adictivo. Este enfoque ha llevado a una crisis de dependencia que ha evolucionado hacia el uso de drogas más peligrosas como el fentanilo. En 2020, Purdue Pharma se declaró culpable de engañar a médicos y pacientes sobre la adicción asociada a Oxycontin, lo que resultó en una multa de 8,300 millones de dólares. Este escándalo ha puesto de relieve la responsabilidad de las farmacéuticas en la crisis de opioides.
### La Rehabilitación y el Estigma
En medio de esta crisis, el proceso de rehabilitación para las personas afectadas por la adicción al fentanilo y otros opioides se ha vuelto crucial. En Ciudad de México, existen cerca de 200 centros de rehabilitación que buscan ofrecer apoyo a quienes luchan contra la adicción. La Fundación Reencuentro, por ejemplo, ha estado trabajando desde 1998 para ayudar a personas drogodependientes, brindando un espacio seguro y humano para su recuperación. Juvencia, directora de la fundación, enfatiza la importancia de tratar a los adictos con dignidad y respeto, en lugar de estigmatizarlos.
El estigma asociado a la adicción es un obstáculo significativo para la recuperación. Muchas personas que luchan contra la dependencia se enfrentan a la discriminación y la falta de apoyo social. Por lo tanto, es esencial crear espacios donde estas personas puedan sentirse seguras y apoyadas en su camino hacia la recuperación. La adicción no tiene una única cara; puede afectar a jóvenes, padres y trabajadores, todos buscando una forma de escapar de sus realidades.
El fentanilo representa un desafío multifacético que requiere un enfoque integral que aborde tanto la salud pública como las dinámicas políticas. La solución no solo radica en medidas de seguridad o en la presión política, sino también en reconocer la humanidad de quienes luchan contra la adicción y ofrecerles oportunidades para reconstruir sus vidas.
