La situación en Gaza ha alcanzado niveles críticos, donde la hambruna y la militarización se entrelazan en un contexto de desesperación. Recientemente, las Fuerzas de Defensa de Israel abrieron fuego contra civiles gazatíes que intentaban acceder a la ayuda humanitaria, un episodio que resalta la tensión y el caos en la región. Este incidente ocurrió durante la implementación de un nuevo sistema de distribución de ayuda, gestionado por la Gaza Humanitarian Foundation (GHF), respaldada por Estados Unidos e Israel. La ONU ha calificado este modelo como una «distracción deliberada» que impone una lógica de escasez artificial, lejos de ofrecer soluciones efectivas a la crisis alimentaria que enfrenta la población gazatí.
### La Crisis Alimentaria en Gaza
La situación alimentaria en Gaza es alarmante. Según informes recientes, toda la población, que asciende a aproximadamente 2,1 millones de personas, enfrenta inseguridad alimentaria aguda. De este total, cerca de medio millón se encuentra en la fase 5 del sistema de Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria (IPC), lo que equivale a una situación de hambruna. La ONU ha advertido que las muertes por desnutrición podrían superar a las causadas por los bombardeos si no se reanuda la ayuda humanitaria. La situación es especialmente grave para los niños, donde el 90% de los menores de dos años sufren pobreza alimentaria severa, consumiendo solo dos o menos grupos alimenticios al día, muy por debajo de lo necesario para un desarrollo saludable.
El ministro de Salud palestino ha informado de muertes por inanición, incluyendo al menos 29 niños y ancianos en un corto periodo de tiempo. Este contexto de crisis se agrava por el bloqueo impuesto por Israel, que ha restringido severamente el ingreso de alimentos, medicinas y combustible. Antes del colapso del sistema tradicional de ayuda, se distribuían hasta 500 camiones diarios; actualmente, las cantidades que ingresan son simbólicas, alcanzando menos del 10% de esa cifra. La ONU estima que se necesitarían entre 500 y 600 camiones diarios para cubrir las necesidades mínimas de la población.
### Controversias en el Sistema de Ayuda
El nuevo sistema de ayuda, gestionado por la GHF, ha sido objeto de críticas tanto a nivel internacional como local. La falta de transparencia y la colaboración con empresas privadas vinculadas a la seguridad han llevado a la ONU y a muchas ONG a rechazar su participación en el operativo. Este rechazo se basa en la incompatibilidad del sistema con los principios humanitarios de neutralidad, imparcialidad e independencia. Jake Wood, exdirector de la GHF, dimitió por estas mismas razones, lo que pone de manifiesto las preocupaciones sobre la efectividad y la ética del nuevo modelo.
Las empresas que gestionan la seguridad y logística del sistema, como Safe Reach Solutions y UG Solutions, están dirigidas por exmilitares estadounidenses, lo que ha suscitado dudas sobre la imparcialidad del proceso. Además, la empresa local Three Brothers, que ha recibido permisos exclusivos del gobierno israelí para importar productos a Gaza, ha sido acusada de inflar los precios, generando un monopolio que encarece artificialmente los productos básicos.
La situación se complica aún más con los ataques a personal de ONG, que han llevado a organizaciones como World Central Kitchen a suspender sus actividades. Estas entidades han denunciado la falta de rutas seguras para distribuir alimentos, lo que limita su capacidad de respuesta ante la crisis. La arquitectura del nuevo sistema, que incluye controles de seguridad israelíes y la participación de empresas privadas, ha sido criticada por convertir la ayuda humanitaria en un instrumento de gestión poblacional y control territorial.
La implementación de este sistema ha fracasado en aliviar la catástrofe humanitaria en Gaza, intensificando en cambio la crisis. La opacidad de sus responsables y los vínculos con actores empresariales y militares de dudosa neutralidad configuran un panorama preocupante. En lugar de ofrecer una respuesta efectiva a la emergencia, el sistema parece ser un experimento fallido que instrumentaliza la ayuda humanitaria y socava la posibilidad de una solución justa y eficaz para una población que sufre condiciones extremas de supervivencia. La comunidad internacional se enfrenta a un dilema: ¿cómo abordar una crisis humanitaria que se agrava con cada intento de intervención? La respuesta a esta pregunta es crucial para el futuro de Gaza y su población.