El reciente pleno del Ayuntamiento de Málaga se convirtió en un escenario de tensión y controversia, marcado por el desalojo del público y un debate acalorado sobre temas de gran relevancia social, como la violencia de género y la situación en Gaza. La sesión, que se llevó a cabo en el Salón de los Espejos, fue interrumpida durante más de media hora debido a las constantes interrupciones y gritos de los asistentes, lo que llevó al alcalde, Francisco de la Torre, a tomar la drástica decisión de desalojar a los presentes.
La crispación en el ambiente se palpaba desde el inicio de la sesión, donde se discutían asuntos locales como los contratos de la empresa municipal Smassa y la reposición de funcionarios públicos. Sin embargo, el debate se tornó especialmente candente cuando el Partido Popular (PP) presentó una moción crítica sobre los fallos en las pulseras de protección para víctimas de violencia de género. Francisco Cantos, edil de Derechos Sociales, expresó su preocupación por la falta de confianza que estos fallos generan en las mujeres víctimas de violencia.
Por su parte, Toni Morillas, portavoz de Con Málaga, defendió la postura de que cualquier fallo debe ser investigado, pero advirtió sobre el peligro de convertir incidentes aislados en un cuestionamiento general del sistema de protección. La tensión aumentó cuando Yolanda Gómez, viceportavoz de Vox, acusó al gobierno de ser responsable de la desprotección de las mujeres, comparando las pulseras con «productos chinos de Aliexpress». Esta afirmación provocó un aluvión de abucheos y gritos desde el público, lo que llevó al alcalde a pedir orden y, finalmente, a desalojar la sala.
### La Polarización del Debate
El desalojo del público no solo fue una medida de control, sino que también reflejó la polarización que caracteriza la política actual en España. Los asistentes, muchos de ellos activistas de izquierda, fueron acusados por algunos miembros del PP de intentar boicotear el pleno. La edil de Vox, en particular, lamentó que personas alentadas por partidos de izquierda interrumpieran el debate, silenciando a quienes no compartían su opinión.
A medida que avanzaba la sesión, las intervenciones se tornaron más acaloradas. Dani Pérez, portavoz del PSOE, criticó la decisión de desalojar a todos los asistentes, argumentando que esto no era una solución adecuada. En respuesta, el alcalde defendió su decisión, afirmando que no podía haber un pleno en medio de un griterío constante. Esta situación llevó a un intercambio de acusaciones entre los diferentes partidos, donde se cuestionó la ética y la responsabilidad de cada uno en la gestión de la violencia de género y la crisis en Gaza.
La discusión sobre Gaza también ocupó un lugar central en el pleno. Dani Pérez solicitó un minuto de silencio por las víctimas palestinas, a lo que el alcalde accedió, pero subrayó que debía ser un gesto de respeto hacia todas las víctimas de conflictos bélicos en el mundo. Esta declaración generó más controversia, ya que algunos miembros de la oposición exigieron que se izara la bandera palestina en el Ayuntamiento como símbolo de protesta contra lo que calificaron de «genocidio». Sin embargo, esta propuesta fue rechazada por el PP y Vox, quienes defendieron una postura más neutral, alineándose con la condena de la violencia por parte de ambos lados del conflicto.
### La Reacción de la Ciudadanía
La reacción del público y de los grupos activistas fue inmediata. Muchos expresaron su descontento a través de redes sociales, denunciando lo que consideraron un intento de silenciar las voces críticas en un momento crucial para la defensa de los derechos humanos. Activistas de diversas organizaciones pro palestinas y feministas se manifestaron en las afueras del Ayuntamiento, exigiendo que se reconozca la gravedad de la situación en Gaza y la necesidad de una respuesta efectiva ante la violencia de género.
El pleno, que se había convocado para abordar temas de vital importancia para la ciudadanía, terminó siendo un reflejo de la profunda división política y social que atraviesa no solo a Málaga, sino a toda España. La falta de consenso y la incapacidad de los partidos para dialogar sobre estos temas críticos pone de manifiesto la necesidad de un cambio en la forma en que se abordan las políticas públicas, especialmente aquellas que afectan a los grupos más vulnerables de la sociedad.
La situación en el pleno de Málaga es un claro ejemplo de cómo los debates políticos pueden verse empañados por la polarización y la falta de respeto hacia las opiniones divergentes. A medida que el país enfrenta desafíos cada vez mayores en materia de derechos humanos y justicia social, es fundamental que los representantes políticos encuentren formas de trabajar juntos en lugar de exacerbar las divisiones existentes.