La situación de la vacunación infantil en Estados Unidos ha alcanzado niveles alarmantes, con un notable descenso en las tasas de inmunización que podría tener graves repercusiones para la salud pública. Este fenómeno se ha visto exacerbado por las políticas implementadas por la actual administración, que han generado un clima de desconfianza hacia las agencias de salud pública y la vacunación en general. La figura central en esta controversia es Robert F. Kennedy Jr., quien ha sido nombrado secretario de Salud y ha adoptado una postura crítica hacia las vacunas, lo que ha llevado a un aumento en el escepticismo entre la población.
La vacunación infantil es un pilar fundamental de la salud pública, ya que previene la propagación de enfermedades infecciosas que pueden ser mortales. Sin embargo, según datos recientes del Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), las tasas de vacunación han caído drásticamente. En el año escolar 2024-2025, se reportó una disminución del 92,1% en la vacunación contra la difteria, tétanos y tos ferina acelular (DTaP) y un 92,5% en la vacuna contra el sarampión, paperas y rubéola (MMR). Esta tendencia es preocupante, ya que puede dar lugar a brotes de enfermedades que se creían erradicadas.
Uno de los incidentes más trágicos que ha resaltado esta crisis fue un brote de sarampión en Texas, que resultó en la muerte de dos niños no vacunados. Este tipo de eventos pone de manifiesto las consecuencias directas de la disminución en las tasas de vacunación y la falta de confianza en las recomendaciones de salud pública. Expertos como Jerold Mande, profesor de Harvard y exsubsecretario adjunto de Seguridad Alimentaria, advierten que si la tasa de vacunación continúa disminuyendo, podríamos enfrentar brotes significativos que podrían resultar en numerosas muertes.
La administración de Kennedy ha sido criticada por normalizar las posiciones antivacunas y despedir a miembros del comité de vacunación del CDC, lo que ha llevado a una reducción en el acceso a las vacunas. Además, las declaraciones de Kennedy en el Congreso, donde cuestionó los datos sobre muertes relacionadas con la pandemia, han contribuido a la desconfianza en las agencias de salud. Este clima de incertidumbre se refleja en encuestas recientes que indican que un 58% de los adultos tienen poca o ninguna confianza en que las agencias de salud tomen decisiones basadas en la ciencia.
La polarización política en torno a la vacunación ha sido un factor clave en la crisis actual. Durante la pandemia de COVID-19, muchos políticos conservadores comenzaron a atacar la salud pública y las vacunas, lo que ha fracturado el consenso que existía sobre los beneficios de la vacunación. Este escepticismo ha sido adoptado por facciones más conservadoras y de extrema derecha, lo que ha llevado a un aumento en la desconfianza hacia las agencias de salud.
La falta de confianza en las fuentes oficiales ha llevado a un desconcierto generalizado entre la población. Según el director ejecutivo de la Kaiser Family Foundation, Drew Altman, la gente ya no sabe a dónde recurrir para obtener información científica confiable. Solo el 14% de la población afirma tener mucha confianza en las agencias de salud del Gobierno federal, como el CDC y la FDA, en lo que respecta a la seguridad y eficacia de las vacunas. Esta desconfianza es aún más pronunciada entre los demócratas y republicanos, lo que sugiere que la polarización política ha afectado la percepción pública de las vacunas.
El impacto de estas políticas y la creciente desconfianza en las vacunas no solo se limita a la salud infantil, sino que también podría tener repercusiones a largo plazo en la salud pública en general. La eliminación de recursos y la reducción de la capacidad de las agencias de salud para detectar y responder a brotes de enfermedades pueden llevar a un aumento en la morbilidad y mortalidad por enfermedades prevenibles. La situación actual plantea un desafío significativo para la salud pública en Estados Unidos, donde la confianza en las vacunas y las agencias de salud es más crucial que nunca para garantizar la seguridad de la población.