El cierre del Gobierno Federal de Estados Unidos ha entrado en su quinta semana, generando preocupaciones significativas sobre la continuidad de varios programas esenciales, entre ellos el Programa de Asistencia de Nutrición Suplementaria (SNAP). Este programa es vital para 42 millones de personas, incluyendo a casi 16 millones de niños, quienes dependen de esta ayuda para su alimentación diaria. La organización Share Our Strength ha emitido una alerta sobre la inminente interrupción de los beneficios de SNAP, lo que podría llevar a una crisis alimentaria sin precedentes en el país.
La directora de Share Our Strength, Anne Filipic, ha expresado su preocupación, afirmando que «estamos al borde de un precipicio de hambre como nunca antes». Si el cierre del Gobierno persiste, los beneficios de noviembre podrían no ser emitidos, lo que significaría un lapso histórico en la asistencia alimentaria. Filipic ha solicitado al Departamento de Agricultura (USDA) que actúe de inmediato para liberar un fondo de contingencia de entre 5.000 y 6.000 millones de dólares, destinado a situaciones de emergencia como esta. La falta de acción podría resultar devastadora para los beneficiarios, afectando no solo su bienestar, sino también las economías locales y la operación de los minoristas de SNAP.
Además de la crisis alimentaria, el cierre del Gobierno también ha comenzado a afectar el transporte aéreo en Estados Unidos. Con el cierre en marcha, los controladores de tráfico aéreo, que son considerados empleados esenciales, están enfrentando la posibilidad de no recibir su salario. Esto ha llevado a un aumento en la inquietud sobre la continuidad de las operaciones aéreas, ya que algunos controladores podrían optar por no presentarse a trabajar debido a la falta de pago.
El secretario de Transporte, Sean Duffy, ha expresado su preocupación en redes sociales, señalando que «los controladores de tráfico aéreo dejarán de cobrar a partir de mañana. ¡Esto no está bien!». Según el calendario de pagos federal, los controladores deberían haber recibido su nómina correspondiente a principios de esta semana, pero el cierre ha hecho que esto sea imposible. La situación es aún más crítica dado que Estados Unidos ya enfrenta una escasez de controladores aéreos, lo que complica aún más la situación.
En el pasado, durante el cierre federal más prolongado de la historia, que tuvo lugar entre diciembre de 2018 y enero de 2019, se reportaron numerosas bajas por enfermedad entre los controladores aéreos, lo que llevó a una paralización significativa del tráfico aéreo. Este tipo de situaciones ha llevado a que tanto republicanos como demócratas busquen soluciones para evitar que el cierre se prolongue más allá de lo necesario.
La combinación de la crisis alimentaria y la incertidumbre en el transporte aéreo pone de manifiesto la gravedad de la situación actual en Estados Unidos. La falta de acción por parte de los legisladores para reabrir el Gobierno podría tener repercusiones a largo plazo en la vida de millones de estadounidenses. La presión está aumentando sobre los políticos para que encuentren una solución que permita reanudar las operaciones del Gobierno y garantizar que los programas de asistencia vital continúen funcionando sin interrupciones.
Mientras tanto, los ciudadanos que dependen de SNAP y de un sistema de transporte aéreo eficiente se encuentran en una situación de vulnerabilidad. La comunidad está a la espera de que se tomen decisiones que puedan aliviar esta crisis y asegurar que las necesidades básicas de la población sean atendidas. La urgencia de la situación es evidente, y la presión sobre los responsables de la toma de decisiones se intensifica a medida que el cierre se prolonga. La falta de acción no solo afecta a los beneficiarios de SNAP, sino que también tiene el potencial de desestabilizar aún más la economía local y nacional.
