El Nou d’Octubre, una fecha emblemática para los valencianos, ha sido este año el telón de fondo de una serie de eventos que han puesto en el centro de la atención al president de la Generalitat, Carlos Mazón. Este día, que conmemora la toma de València por parte de Jaume I en 1238, se ha visto marcado por la controversia y la incertidumbre en torno a la figura de Mazón, quien ha intentado utilizar esta celebración para autoexculparse de la gestión de la DANA y posicionarse como candidato para las elecciones de 2027.
La lluvia y la suspensión de actos institucionales
Este año, la celebración del Nou d’Octubre se vio afectada por un aviso de alerta naranja por fuertes lluvias, lo que llevó a la suspensión de todos los actos institucionales programados. Esta situación es inédita en los últimos cuarenta años de autonomía valenciana y ha generado un ambiente de descontento y frustración entre los ciudadanos. La senyera, símbolo de la comunidad, no pudo ser exhibida en la casa consistorial, y Mazón se limitó a grabar un mensaje institucional en lugar de participar activamente en la celebración.
La ausencia de actos también significó la cancelación de las manifestaciones y marchas reivindicativas que tradicionalmente se llevan a cabo en esta fecha. Grupos progresistas y sindicatos, que suelen aprovechar esta ocasión para expresar sus demandas, se vieron obligados a desconvocar sus actividades, lo que dejó a Mazón sin el riesgo de enfrentar protestas que pudieran empañar su imagen institucional.
A pesar de la lluvia, la situación de Mazón no es sencilla. Desde la DANA de 2024, su presencia en eventos públicos ha sido limitada, y ha enfrentado críticas y protestas en cada aparición. La falta de participación en eventos significativos, como las Fallas o la romería de la Santa Faç, ha alimentado la percepción de que su gestión está lejos de ser aceptada por la ciudadanía. La lluvia, en este contexto, se convirtió en un salvavidas para el president, quien evitó un posible enfrentamiento con los manifestantes.
El uso del anticatalanismo como estrategia política
En un contexto político cada vez más polarizado, Mazón ha recurrido al anticatalanismo como una estrategia para fortalecer su posición. En vísperas del Nou d’Octubre, su gobierno ha promovido medidas que resuenan con el discurso blaverista, que se opone a cualquier forma de catalanismo. Esto incluye propuestas para cambiar el nombre de la Acadèmia Valenciana de la Llengua y ajustes en el currículo educativo que limitan la inclusión de autores de fuera de la comunidad.
Este enfoque no es nuevo, pero se intensifica en momentos de crisis política. La derecha valenciana, que tradicionalmente ha mantenido una postura ambigua respecto al uso del valenciano, se ha visto obligada a adoptar un perfil más valencianista y anticatalanista en un intento de recuperar el apoyo de su base electoral. Sin embargo, este movimiento ha sido criticado por muchos, quienes ven en él una táctica desesperada para desviar la atención de los problemas reales que enfrenta la comunidad.
Las encuestas reflejan un panorama complicado para Mazón. A medida que se acercan las elecciones de 2027, las valoraciones de su gestión son cada vez más negativas. Un reciente sondeo revela que la mayoría de los valencianos no solo desaprueban su gestión, sino que también consideran que no debería ser el candidato del PP en las próximas elecciones. Con un 82% de los encuestados pidiendo su dimisión, la situación se torna insostenible para el president.
Mazón, en sus recientes entrevistas, ha intentado distanciarse de la responsabilidad por la gestión de la DANA, afirmando que no dio órdenes a su exconsellera. Esta estrategia de defensa, que parece más orientada a proteger su posición que a asumir responsabilidades, ha sido recibida con escepticismo por parte de la opinión pública. La insistencia de Mazón en que la DANA fue un evento normal y que su gobierno actuó adecuadamente ha sido cuestionada, especialmente a la luz de las imágenes de inundaciones y daños que se hicieron virales en su momento.
A medida que se desarrolla el panorama político en el País Valencià, el Nou d’Octubre se ha convertido en un símbolo de la lucha entre la derecha y la izquierda, así como un reflejo de las tensiones que existen en la sociedad valenciana. La figura de Mazón, lejos de ser un símbolo de unidad, se ha convertido en un punto de discordia, y su futuro político pende de un hilo a medida que se acercan las elecciones de 2027. La lluvia, que este año salvó su imagen de protestas, no puede ocultar la creciente insatisfacción que enfrenta su gobierno.