El BBVA se encuentra en una encrucijada crucial esta semana, ya que su consejo de administración se reunirá para determinar si continúa con su oferta pública de adquisición (OPA) sobre el Banco Sabadell. Esta decisión es especialmente relevante dado el reciente veto impuesto por el Gobierno, que prohíbe la fusión de ambas entidades durante un periodo de tres años. La situación actual plantea una serie de desafíos y oportunidades que el banco deberá evaluar cuidadosamente.
### Implicaciones del Veto Gubernamental
La autorización de la OPA por parte del Consejo de Ministros llegó con una condición significativa: si la operación se lleva a cabo, ambas entidades deben permanecer independientes durante al menos tres años, con la posibilidad de extender este plazo a cinco años. Esta restricción complica el plan original del BBVA, que contemplaba la integración del Sabadell para generar sinergias y ahorros estimados en 850 millones de euros en un periodo de tres años. Estos ahorros se desglosan en 450 millones en gastos de tecnología, 300 millones en gastos de personal y 100 millones en ahorros financieros.
El veto gubernamental ha llevado al BBVA a reconsiderar su estrategia. En lugar de una fusión completa, el banco podría optar por mantener al Sabadell como una filial, similar a lo que el Santander hizo con Banesto durante más de dos décadas. Esta alternativa podría ofrecer ventajas fiscales, ya que el impuesto extraordinario a la banca se aplica de manera progresiva, lo que podría resultar en un coste mayor si el Sabadell se integra completamente.
Sin embargo, esta opción también presenta desventajas significativas. La imposibilidad de alcanzar las sinergias previstas de 850 millones podría hacer que la OPA pierda atractivo. Por lo tanto, el BBVA se enfrenta a la necesidad de recalcular sus proyecciones financieras para determinar si la operación sigue siendo viable.
### Estrategia y Perspectivas Futuras
A pesar de los obstáculos, el BBVA no ha abandonado la idea de seguir adelante con su OPA. La entidad ha mantenido conversaciones con grandes inversores y está preparando alegaciones para presentar al Gobierno en relación con el acuerdo del Consejo de Ministros. La próxima reunión del consejo de administración será crucial, ya que se espera que tome una decisión sobre la continuidad de la oferta de compra.
Si el BBVA decide seguir adelante, deberá actualizar sus previsiones de sinergias y evaluar el impacto del veto gubernamental antes de que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) apruebe el folleto de la operación. Este folleto incluirá las condiciones de la oferta y los riesgos asociados, y su aprobación es un paso necesario para abrir el periodo de canje, donde los accionistas del Sabadell decidirán si aceptan canjear sus acciones por las del BBVA.
El periodo de canje debe durar al menos 15 días, aunque en la práctica se espera que se extienda a un mínimo de 30 días. Dado que no se contempla la posibilidad de que el canje finalice en agosto, podría prolongarse hasta septiembre, lo que añade una capa adicional de incertidumbre a la operación.
Desde el Banco Sabadell, la dirección ha defendido la posición de la entidad desde el anuncio de la OPA. Se ha señalado que muchos pequeños accionistas podrían enfrentar una carga fiscal si aceptan el canje, ya que tendrían que vender sus acciones del Sabadell antes de recibir las del BBVA, lo que generaría una tributación sobre la plusvalía obtenida.
Además, el Sabadell está trabajando en un plan estratégico que se presentará el 24 de julio, coincidiendo con la divulgación de los resultados de la primera mitad del año. Este plan podría incluir la venta de su filial británica, TSB, lo que proporcionaría al banco margen para anunciar un posible reparto de dividendos. Tal movimiento podría influir en la decisión de los accionistas sobre la OPA del BBVA, ya que un dividendo atractivo podría motivar a los accionistas a rechazar la oferta de canje.
La situación actual entre el BBVA y el Banco Sabadell es un reflejo de los desafíos que enfrenta el sector bancario en un entorno regulatorio cada vez más complejo. La decisión que tome el BBVA esta semana no solo afectará a las dos entidades involucradas, sino que también tendrá repercusiones en el mercado bancario español en su conjunto. La atención está centrada en cómo se desarrollará esta situación y qué decisiones estratégicas se tomarán en los próximos días.