La hemofilia es una enfermedad genética que afecta la capacidad del cuerpo para coagular la sangre, lo que puede llevar a hemorragias prolongadas y complicaciones graves. Sin embargo, más allá de los aspectos físicos de esta condición, se ha evidenciado un fuerte impacto emocional en quienes la padecen y en sus cuidadores. Un estudio reciente ha revelado que más del 70% de los pacientes con hemofilia experimentan síntomas de ansiedad o depresión, lo que plantea la necesidad de abordar la salud mental como parte integral del tratamiento.
### La carga emocional de la hemofilia
La hemofilia no solo representa un desafío físico, sino que también conlleva una carga emocional significativa. Según una encuesta realizada por la Federación Española de Hemofilia (Fedhemo) en colaboración con Novo Nordisk, un 73% de los adultos y un 66% de los niños con hemofilia han tenido que restringir sus actividades recreativas. Esta limitación no solo afecta su calidad de vida, sino que también impacta en su autoestima y en sus relaciones sociales. Hasta un 20% de los adultos encuestados ha reconocido que la hemofilia ha dificultado el desarrollo de sus relaciones personales o de pareja.
El miedo constante a las hemorragias, el dolor crónico y las limitaciones funcionales son solo algunas de las preocupaciones que enfrentan los pacientes. Además, la carga emocional del tratamiento y la incertidumbre sobre el futuro contribuyen a un estado de ansiedad que puede ser debilitante. La falta de apoyo psicológico adecuado agrava esta situación, ya que solo un 39% de los encuestados ha recibido asistencia en este ámbito.
El presidente de Fedhemo, Daniel-Aníbal García, ha destacado la importancia de reconocer el impacto emocional y social que la hemofilia tiene en los pacientes y sus cuidadores. «La ansiedad, el aislamiento y las renuncias personales y profesionales forman parte de su día a día. Por eso, trabajamos para que el acompañamiento psicológico y social deje de ser un recurso puntual y se convierta en una parte esencial del cuidado integral», afirmó García.
### El papel de los cuidadores
Los cuidadores de pacientes con hemofilia también enfrentan una carga emocional considerable. Un 66% de ellos ha experimentado emociones intensas de tristeza, sorpresa o negación al recibir el diagnóstico de un niño con hemofilia. Además, el 80% de los cuidadores ha señalado que el cuidado de menores con esta enfermedad ha tenido un impacto negativo en su trayectoria profesional. Esto se traduce en la necesidad de flexibilizar horarios, reducir jornadas laborales e incluso renunciar a oportunidades laborales.
A pesar de la carga emocional que enfrentan, dos de cada tres cuidadores no han recibido ningún tipo de apoyo emocional, aunque muchos creen que habría sido beneficioso para ellos. La falta de recursos y apoyo para los cuidadores puede llevar a un ciclo de estrés y agotamiento que afecta no solo su bienestar, sino también la calidad del cuidado que pueden ofrecer a los pacientes.
La directora de Acceso al Mercado y Relaciones Institucionales en Novo Nordisk España, Silvia Meije, ha subrayado la necesidad de un enfoque integral que contemple tanto el tratamiento clínico como el apoyo psicosocial. «Los resultados de la encuesta son un claro reflejo de la carga física y emocional que enfrentan los pacientes, sus familiares y cuidadores. No solo es esencial abordar la patología desde un punto de vista médico, sino también considerar su dimensión emocional y social para mejorar la calidad de vida de quienes conviven con estas enfermedades», afirmó Meije.
La hemofilia, por lo tanto, no solo es una condición médica que requiere tratamiento físico, sino que también es una enfermedad que demanda atención a la salud mental y emocional de quienes la padecen y de quienes los cuidan. La implementación de programas de apoyo psicológico y social podría ser un paso crucial para mejorar la calidad de vida de estos individuos, ayudándoles a enfrentar los desafíos que conlleva vivir con hemofilia.