En la reciente cumbre de la OTAN celebrada en La Haya, los líderes de los países miembros han reafirmado su compromiso de incrementar el gasto en defensa hasta alcanzar el 5% del Producto Interno Bruto (PIB) en un plazo de diez años. Este acuerdo, que incluye un mínimo del 3,5% destinado a gastos militares directos y hasta un 1,5% para inversiones complementarias, responde a lo que los aliados consideran «profundas amenazas y desafíos a la seguridad». La declaración final de la cumbre subraya la «amenaza a largo plazo» que representa Rusia, así como el terrorismo persistente, lo que ha llevado a los países a establecer planes anuales que reflejen un camino «creíble y progresivo» hacia el cumplimiento de este objetivo.
La cumbre, que tuvo lugar el 25 de junio de 2025, se centró en la necesidad de que cada miembro presente informes anuales que evalúen su progreso hacia el objetivo del 5% de gasto militar. Se ha fijado el año 2029 como una fecha intermedia para revisar la evolución de estos esfuerzos y adaptarlos si el entorno estratégico lo requiere. Este enfoque busca garantizar que todos los países aliados estén alineados en sus compromisos de defensa, especialmente en un contexto geopolítico cada vez más complejo.
### La Posición de España en el Gasto Militar
A pesar del compromiso general de la OTAN, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha ratificado que España no gastará más del 2,1% de su PIB en defensa. Esta cifra, aunque por debajo del umbral acordado, refleja el compromiso de España como miembro del Tratado Atlántico. El documento aprobado en la cumbre no contempla ninguna disposición que permita a los países reducir el umbral del 5%, lo que ha generado un debate interno sobre la viabilidad de alcanzar los objetivos establecidos por la Alianza.
El gasto militar se dividirá en dos bloques: uno que deberá representar al menos el 3,5% del PIB y que se centrará en recursos esenciales para la defensa, y otro que se vinculará a áreas complementarias como la ciberseguridad, la protección de infraestructuras críticas, la innovación tecnológica y el fortalecimiento de la industria armamentística, con un máximo del 1,5%. Este enfoque busca no solo fortalecer las capacidades defensivas de los países miembros, sino también fomentar la cooperación en áreas estratégicas que son cada vez más relevantes en el contexto actual.
Además, el acuerdo enfatiza el respaldo continuo a Ucrania, aunque no se pronuncia sobre su posible adhesión futura a la OTAN. Los líderes han destacado que «la seguridad de Ucrania contribuye a la nuestra», lo que implica que las ayudas dirigidas a Kiev podrán ser incluidas en el cómputo nacional del gasto en defensa. Este aspecto del acuerdo refleja la creciente preocupación por la estabilidad en Europa del Este y la necesidad de una respuesta coordinada ante las amenazas que representa Rusia.
### Implicaciones del Aumento del Gasto Militar
El compromiso de aumentar el gasto militar al 5% del PIB tiene varias implicaciones significativas para los países miembros de la OTAN. En primer lugar, este aumento podría llevar a una modernización y expansión de las capacidades militares, lo que a su vez podría influir en la dinámica de seguridad en Europa y más allá. La inversión en tecnología de defensa, ciberseguridad y capacidades de respuesta rápida se convierte en una prioridad, lo que podría generar un efecto dominó en la industria armamentística y en la cooperación internacional en materia de defensa.
Por otro lado, el enfoque en el gasto militar también plantea preguntas sobre la sostenibilidad de estos compromisos a largo plazo. Los países deberán equilibrar sus presupuestos nacionales y las necesidades sociales con las exigencias de defensa, lo que podría generar tensiones internas y debates sobre la asignación de recursos. La presión para cumplir con los objetivos de la OTAN podría llevar a algunos gobiernos a priorizar el gasto militar sobre otras áreas críticas, como la educación y la salud.
Finalmente, el acuerdo también refleja un cambio en la postura de Estados Unidos dentro de la OTAN. La moderación en el lenguaje utilizado en la declaración final, que evita términos contundentes sobre el conflicto en el este de Europa, se atribuye a la postura estadounidense, que ha optado por un enfoque más comedido. Sin embargo, la reafirmación del principio de defensa colectiva, donde «un ataque contra uno es un ataque contra todos», sigue siendo un pilar fundamental del compromiso atlántico, lo que subraya la importancia de la unidad entre los aliados en tiempos de incertidumbre.
La cumbre de La Haya marca un momento crucial para la OTAN y sus miembros, ya que se enfrentan a un entorno de seguridad en constante evolución. La implementación de estos compromisos de gasto militar será un desafío, pero también una oportunidad para fortalecer la defensa colectiva y la cooperación entre los países aliados.