La violencia política ha cobrado un nuevo protagonismo en el discurso político español, especialmente en el contexto de las recientes movilizaciones sociales. Líderes de la oposición han comenzado a utilizar este término de manera estratégica, lo que ha generado un intenso debate sobre su significado y aplicación. En este artículo, exploraremos cómo se está utilizando el concepto de violencia política y quiénes son realmente los afectados por ella en la actualidad.
La Estrategia de la Oposición
Recientemente, figuras prominentes de la oposición, como Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso, han comenzado a hablar de «violencia política» en relación con las protestas que han tenido lugar durante eventos deportivos, como La Vuelta. Feijóo, por ejemplo, ha calificado de «violencia política» el hecho de que las manifestaciones a favor del pueblo palestino interrumpieran una competición deportiva. Esta retórica ha sido criticada por expertos que advierten que la extrema derecha utiliza el concepto de manera asimétrica, minimizando episodios de violencia que afectan a grupos vulnerables y sobredimensionando cualquier acto de protesta que provenga de la izquierda.
Joan Navarro, sociólogo y experto en el tema, señala que no todas las manifestaciones que terminan en tensión o violencia pueden clasificarse como violencia política. Según él, es crucial que exista una estrategia preconcebida y un componente ideológico detrás de los actos para que puedan ser considerados como tal. Esto implica que la violencia política no es simplemente el resultado de un descontento social, sino que debe estar dirigida a deslegitimar a un adversario político.
Por otro lado, la politóloga Anna López Ortega amplía la definición de violencia política, sugiriendo que esta no solo se limita a actos de terrorismo o agresiones físicas, sino que también incluye el acoso y la exclusión de grupos minoritarios y activistas. Esto sugiere que la violencia política es un fenómeno más amplio que afecta a diversos actores en la sociedad, no solo a aquellos que están directamente involucrados en conflictos armados o actos de terrorismo.
El Contexto Histórico de la Violencia Política
La historia de la violencia política en España es compleja y está marcada por episodios significativos que han dejado una huella profunda en la sociedad. Desde la dictadura franquista, que dejó un saldo de 140,000 asesinatos documentados, hasta la lucha armada de ETA y los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), la violencia política ha sido una constante en la historia reciente del país. Pau Casanellas, historiador y profesor, destaca que el Estado ha sido un actor clave en muchos de estos episodios, siendo responsable de actos de violencia sistemática.
El fenómeno de la violencia política no ha desaparecido, sino que ha evolucionado. En la actualidad, las manifestaciones pacíficas a menudo se ven acompañadas de un aumento en la represión y el hostigamiento, especialmente hacia aquellos que se oponen a las políticas del gobierno. Esto se ha visto reflejado en el aumento de ataques contra sedes de partidos progresistas, así como en el acoso a sus líderes. La violencia política, por lo tanto, no solo se manifiesta a través de actos violentos, sino también a través de un clima de miedo y desconfianza que se alimenta de la retórica política.
La Doble Vara de Medir
Uno de los aspectos más preocupantes de la actual discusión sobre la violencia política es la aparente doble vara de medir que utilizan algunos líderes políticos. Mientras que la oposición denuncia la violencia política en el contexto de las protestas a favor de Palestina, ignoran o minimizan los ataques que sufren sus adversarios políticos. Esta hipocresía se convierte en una herramienta para desviar la atención de la violencia real que se ejerce contra grupos vulnerables y para legitimar sus propias acciones.
La retórica de la violencia política se ha convertido en un arma de doble filo. Por un lado, se utiliza para movilizar a las bases y generar miedo en la población, mientras que, por otro, se ignoran las realidades de la violencia que sufren aquellos que están en la oposición. Esto crea un ambiente en el que la violencia política se convierte en un concepto maleable, utilizado para servir a intereses partidistas en lugar de abordar las realidades complejas de la violencia en la sociedad.
En resumen, la violencia política es un fenómeno que está en constante evolución y que se utiliza de manera estratégica en el debate político actual. La manipulación de este concepto por parte de algunos líderes políticos no solo distorsiona la realidad, sino que también contribuye a un clima de polarización y desconfianza en la sociedad. La discusión sobre la violencia política debe ir más allá de la retórica y centrarse en las realidades que enfrentan diversos grupos en la sociedad, así como en la necesidad de abordar las causas profundas de la violencia en lugar de simplemente utilizarla como un arma política.